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El día que me convertí en diseñador de interiores

Jul 18, 2018Publicaciones

Autor: Rafael Garberí Pedrós.

Artículo publicado en la Revista Dí del Colegio Oficial de Decoradores y Diseñadores de Interiores de la Comunidad Valenciana. Nº 1/2006, Pag. 61-64. 

 

Corría el año 1.794 y un niño de 9 años yacía enfermo en su casa, esperando someterse a una intervención quirúrgica para que le extirpasen un tumor. Todavía no se habían descubierto los antibióticos, ni la anestesia química para paliar el dolor. Todo lo que se le podía ofrecer a aquel niño, para distraer su atención, era un cuento. Y aquellos médicos le contaron una historia tan fascinante, que posteriormente juró no haber sentido ninguna molestia. Dieciocho años más tarde, ese mismo niño le entregaba a un editor uno de sus cuentos. Aquel muchacho se llamaba Jacob Grimm, y el cuento se titulaba “Blancanieves”.

Y les he relatado esta historia porque guarda cierta similitud con otra más reciente que les contaré a continuación y, porque además, ya nadie duda, y menos dentro de mi profesión, del poder que tienen los cuentos, los relatos, los símbolos y las metáforas, tanto verbales como espaciales, para entretener, enseñar, estrechar vínculos e incluso provocar cambios terapéuticos.

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